Jueves ya (hace poco), 12:10 am, más o menos... Suena el timbre, sin saber por qué sospecho que es para mí, contesto:
-Aló, hola.
-Hola. (No me sorprende, ¿debería?)
-Vine a traerte algo
-Va, ya bajo.
-¿Quién es? (mamá)
-Juan.
Abro la puerta, está con un amigo que me cae bien. Lo suficientemente borrachos... me entrega una rosa y yo no sé muy bien qué hacer con ella, pero es la primera vez que no me parece cursi una rosa. Entre abrazos, insultos, confesiones, reclamos y uno que otro beso pasan los siguientes diez minutos, acompañados de algún anécdota absurdo. Me propone ir al bar (cercano) en el que están. Por supuesto me niego. Cualquier excusa: estoy trabajando, tengo entrega el viernes (aunque, obvio, no es el punto). Se despide por fin con un beso que podría alargarse indefinidamente pero lo corto con un "bueno, váyase".
Subo. No quiero pensar ni sentir ni nada. Prefiero olvidarlo de antemano. No soy insensible pero puedo engañarme de vez en cuando: YA FUE.
-Aló, hola.
-Hola. (No me sorprende, ¿debería?)
-Vine a traerte algo
-Va, ya bajo.
-¿Quién es? (mamá)
-Juan.
Abro la puerta, está con un amigo que me cae bien. Lo suficientemente borrachos... me entrega una rosa y yo no sé muy bien qué hacer con ella, pero es la primera vez que no me parece cursi una rosa. Entre abrazos, insultos, confesiones, reclamos y uno que otro beso pasan los siguientes diez minutos, acompañados de algún anécdota absurdo. Me propone ir al bar (cercano) en el que están. Por supuesto me niego. Cualquier excusa: estoy trabajando, tengo entrega el viernes (aunque, obvio, no es el punto). Se despide por fin con un beso que podría alargarse indefinidamente pero lo corto con un "bueno, váyase".
Subo. No quiero pensar ni sentir ni nada. Prefiero olvidarlo de antemano. No soy insensible pero puedo engañarme de vez en cuando: YA FUE.