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Un par de flores muertas y un montón de papeles rotos a la fuerza: cadáveres marchitos.












Thursday, May 31, 2007

"Muchacha ojos de papel,
¿adónde vas? Quédate hasta el alba.
Muchacha pequeños pies,
no corras más. Quédate hasta el alba.
Sueña un sueño despacito entre mis manos
hasta que por la ventana suba el sol.
Muchacha piel de rayón,
no corras más. Tu tiempo es hoy.
Y no hables más, muchacha
corazón de tiza.
Cuando todo duerma
te robare un color.
Muchacha voz de gorrión,
¿adonde vas? Quédate hasta el día.
Muchacha pechos de miel,
no corras más. Quedate hasta el día.
Duerme un poco y yo entretanto construiré
un castillo con tu vientre hasta que el sol,
muchacha, te haga reír
hasta llorar, hasta llorar.
Y no hables más, muchacha
corazón de tiza.
Cuando todo duerma
te robare un color."

L. A. Spinetta

lasoledadocupamisrinconespolvorientoshaciéndomellorar
"y al final nunca sé cómo empezar a decirte a gritos que necesito más que respirar, que necesito escapar del purgatorio de sobrevivir..."
BLA
BLAA
BLLAAA
BLLAAAA
BLLAAAAA
BLLAAAAAA
BLLAAAAAAA
BLLLAAAAAAAA
BLLLAAAAAAAAA
BLLLLAAAAAAAAAA
BLLLLAAAAAAAAAAA
BLLLLAAAAAAAAAAAA
BLLLLAAAAAAAAAAAAA
BLLLLAAAAAAAAAAAAAA
BLLLLAAAAAAAAAAAAAAA
BLLLLAAAAAAAAAAAAAAAA
BLLLLAAAAAAAAAAAAAAAAA
BLLLLLAAAAAAAAAAAAAAAAAA
.
.
.

(complete la serie)

Monday, May 28, 2007


Soy mediocre. Soy terriblemente mediocre. Sus notas en la ventana me recuerdan a mí misma. En eso nos parecemos tanto: la curiosidad constante, el firme y secreto deseo de saber, de aprender... la firme y secreta convicción de nuestra mediocridad que continuamente evitamos dejar entrever en la conversación (la suya tan generosa y segura, la mía tan parca y precisa). Mi capacidad de dispersión me otorga esta cualidad de mediocre que a veces me asquea, que a veces no me parece más que el producto inevitable de nuestra época. Quizás tenga que ver con aquello que (esta chica) llama "dualidad", que yo llamaría "ambigüedad" o "paradoja"... algo que ver con "ser cualquiera", y también algo que ver con mi deseo de multiplicarme, de alargar el tiempo como chicle, todo lo que aguante.

Thursday, May 24, 2007

"lo que sé del olvido lo aprendí de la luna, lo que sé del pecado lo tuve que buscar como un ladrón debajo de la falda de alguna de cuyo nombre ahora no me quiero acordar..."

Tuesday, May 22, 2007

MALDITOVICIO.NOMASNOMASNOMASNOMAS.ANDAADORMIRTROLA.¡YAMISMO!

Wednesday, May 16, 2007

Graciasporlamalditaindiferenciadehablamierda.

(no sentirse aludido, no lo leerá el que tendría que)

tarde de mayo, tarde de desmayo


Tengo en la garganta un nudo (o algo peor... como si me ahorcaran). No entiendo de dónde sale esta irracional angustia, este nerviosismo que me destroza los órganos diezmando mi integridad. Siento que todo se revuelca dentro… componentes inquietos de mi ser indeciso. Este silencio obstinado me condena a una implosión constante, me bombardea. Me doy golpes contra las paredes sin hacerme daño. Creo que me tragué una solitaria y crece cada día. Pobre. Encerrada en un cuerpo lleno de detalles incorrectos lo desgarra buscando una salida. Ella es dueña de mi desconcierto. Avanza, deambula sin rumbo por un camino lleno de obstáculos: de repente se topa con mi hígado o me presiona las amígdalas. Yo quisiera abrirme el estómago y dejarla salir. Luego me cosería con gruesa lana de colores. Soy una colcha de retazos, espejo roto remendado con un poco ácido adhesivo. Creo que metieron varios rompecabezas en mi caja y no supe armarme bien. Si tengo el clítoris en la garganta, un ojo en la espalda y piel de gallina… definitivamente no supe armarme bien. ‘Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar’, ‘Hay una talla japonesa colgada en mi pared’, ‘Hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos’… Creo que mi memoria es un motel lleno de habitaciones pintadas de un feo e impersonal color nostalgia, decoradas las paredes con dibujos pornográficos vulgares de otra época en marcos dorados. A las ventanas, cubiertas de roídos velos color mugre, hace rato no se asoma nadie. Son lugares donde desconocidos dejan su olor a perfume barato, sexo y represión. El se mira al espejo y se detesta. Yo me miro al espejo y sonrío: hipócrita modestia. ¿Cómo puede follar así si se detesta? Supongo que es la clave el gesto previo: sumirnos en la oscuridad, y luego (antes) digo: qué extraña costumbre… será que uno no puede ni mirarse a la cara: ruin acto-facto de cortesía.

"Yo no tenía ganas de reir,
tú reías para no llorar;
yo le guiñaba un ojo a mi nariz,
tú consolabas a tu soledad.

Yo sin ninguna escoba que vender,
tú con mil y una noches que olvidar;
a mí no me quería una mujer,
a ti se te moría una ciudad.

Tú habías perdido el último autobús,
a mí me habían hechado de otro bar;
los mismos alfileres de vudú,
el mismo cuento que termina mal.

Pero quiso el cielo
bautizar el suelo
con su gota a gota
y con champú de arena
para tu melena
de muñeca rota
y tu mirada azul
me dijo a cara o cruz
y mi alma de tahur
lo puso a doble o nada.

Y los peces de colores de mis botas
y tus marchitos zapatitos de tacón
locos por naufragar
salieron a bailar
al ritmo de la lluvia sobre las capotas
el rocanrol de los idiotas.

Yo no venía de ningún país,
tú ibas camino de cualquier lugar;
conmigo no contaba el porvenir,
de ti no se acordaba el verbo “amar”.
Yo no jugaba para no perder,
tú hacias trampas para no ganar;
yo no rezaba para no creer,
tú no besabas para no soñar.

Y sin equívocos de vodevil
ni alertas rojas en el corazón
el dios de la tormenta quiso abrir
la caja de los truenos y tronó,
porque quiso el cielo
acariciar el suelo
con su gota a gota
y con champú de arena
para tu melena
de muñeca rota.

Qué disparate de
partida de ajedrez
con un partenaire
adicta al jaque mate.

Y tu bolso como un nido de gaviotas
y mi futuro con pan duro en el cajón
locos por naufragar
salieron a bailar
al ritmo de la lluvia sobre las capotas
el rocanrol de los idiotas.

Capeando el temporal
salieron a bailar
como dos locos bajo el chaparrón de notas
del rocanrol de los idiotas.

El rocanrol,
el rocanrol de los idiotas.
Como tu y como yo.
El rocanrol de los idiotas.

Se marcó la calle
con aquel detalle
de dejarnos solos.
El rocanrol de los idiotas.

Y por casualidad
comenzó a tocar
la flauta de Bartolo.
El rocanrol de los idiotas.

Go Johnny go, go, go.
El rocanrol de los idiotas.
All you need is love.
Y bailar
El rocanrol de los idiotas.

A vam ba baluba balam bam bu.
Tutti frutti.
El rocanrol de los idiotas.
Don’t worry.
El rocanrol de los idiotas."

Sunday, May 13, 2007

Pi, esto es para ti (y un poco para mí). Te lo regalo aunque no sea mío. Te quiero.


El hijo se había soñado alas bajo la experta dirección de su padre y maestro. Durante muchos años las había creado, pluma por pluma, músculo por músculo y huesecillo por huesecillo en largas horas de trabajo, de sueño, hasta que tomaron forma. Las había dejado crecer de sus omóplatos en la posición correcta (era especialmente difícil percibir con toda exactitud la propia espalda en sueños), y había aprendido poco a poco a moverlas adecuadamente. Había sido una dura prueba para su paciencia seguir practicando, hasta que tras interminables y vanos intentos fue por primera vez capaz de elevarse al aire por unos instantes. Pero luego cobró confianza en su obra, gracias a la benevolencia y severidad inquebrantables con que le guiaba su padre. Con el tiempo se había acostumbrado tan por completo a sus alas que las sentía como parte de su cuerpo, tanto que experimentaba en ellas dolor o bienestar. Al final había tenido que borrar de su memoria los años en que había estado sin ellas. Ahora era como si hubiese nacido con alas, como con sus ojos o manos. Estaba preparado.

No estaba en absoluto prohibido abandonar la ciudad-laberinto. Al contrario, quien lo lograba era mirado como un héroe, un bienaventurado y su leyenda era contada durante mucho tiempo. Pero eso sólo les estaba reservado a los dichosos. Las leyes a que estaban sometidos todos los habitantes del laberinto eran paradójicas, pero inmutables. Una de las más importantes decía: sólo quien abandona el laberinto puede ser dichoso, pero sólo quien es dichoso puede escapar de él.

Pero los dichosos eran raros en los milenios.

El que estaba dispuesto a intentarlo, tenía que someterse antes a una prueba. Si no la superaba, no era castigado él, sino su maestro, y el castigo era duro y cruel.

El rostro de su padre había estado muy serio cuando le dijo: «Esta clase de alas únicamente sostiene al que es ligero. Pero sólo hace ligero la felicidad.» Después había escudriñado largamente a su hijo y preguntado por fin:

-¿Eres feliz?

-Sí, padre, soy feliz -había sido su respuesta.

¡Oh, si de eso se trataba, no había peligro alguno! Era tan feliz que creía poder volar incluso sin alas, pues amaba. Amaba con todo el fervor de su joven corazón, amaba sin reservas y sin la sombra de una duda. Y sabía que su amor era correspondido de la misma manera incondicional. Sabía que la amada le esperaba, que al final del día, tras superar la prueba, iría a su habitación azul celeste. Entonces ella se echaría en sus brazos ligera como un rayo de luna y en ese abrazo infinito se elevarían sobre la ciudad, dejando atrás sus muros como un juguete arrinconado, volarían sobre otras ciudades, sobre bosques y desiertos, montañas y mares, lejos y más lejos, hasta los confines del mundo.

No llevaba sobre el cuerpo más que una red de pescador que arrastraba como una larga cola por las calles y callejas, los pasillos y habitaciones. Así lo quería el ceremonial en aquella última prueba decisiva. Estaba seguro de que la superaría, aunque no la conocía. Sólo sabía que siempre se adecuaba por completo a la personalidad del candidato. De esta manera ninguna prueba se parecía jamás a la de otro. Podía decirse que la prueba consistía precisamente en adivinar a través del autoconocimiento en qué consistía aquélla. El único mandamiento severo al que podía atenerse decía que bajo ningún concepto debía entrar durante la duración de la prueba, es decir, antes de la puesta del sol, en la habitación azul celeste de la amada. En caso contrario quedaría inmediatamente excluido de todo lo demás.

Sonrió al pensar en la severidad casi furiosa con que su respetado y bondadoso padre le había comunicado este mandamiento. No sentía la más mínima tentación de quebrantarlo. Ahí no había peligro alguno para él, en ese aspecto estaba tranquilo. En el fondo nunca había entendido bien todas aquellas historias en las que un mandamiento semejante hacía que alguien se sintiese precisamente impulsado a vulnerarlo. En su marcha por las desconcertantes calles y edificaciones de la ciudad-laberinto había pasado ya varias veces ante la construcción en forma de torre en cuyo piso más alto, cerca del tejado, vivía la amada, y dos veces incluso ante su puerta, sobre la que figuraba el número 401. Y él había pasado de largo, sin detenerse. Pero eso no podía ser la verdadera prueba. Habría sido demasiado sencilla, excesivamente sencilla.

A todas partes donde llegaba se encontraba con desdichados que le miraban o seguían con ojos admirados, nostálgicos o llenos de envidia. Conocía a muchos de ellos de antes, aunque tales encuentros no podían producirse nunca intencionadamente. En la ciudad-laberinto, la situación y disposición de las casas y calles cambiaba ininterrumpidamente, por eso era imposible darse cita en ella. Cada encuentro sucedía casual o fatalmente, según como se quisiera entender.

Una vez el hijo sintió que la red que arrastraba quedaba prendida y volvió sobre sus pasos. Bajo el arco de una puerta vio sentado a un mendigo cojo que enganchaba una de sus muletas en las mallas de la red.

-¿Qué haces? -le preguntó.

-¡Ten piedad! -contestó el mendigo con voz ronca-. A ti no te pesará, pero a mí me aliviará mucho. Tú eres un hombre dichoso y escaparás del laberinto. Pero yo permaneceré aquí para siempre, porque nunca seré feliz. Por eso te pido que te lleves una pequeña parte al menos de mi desdicha. Así participaré un poco en tu evasión. Eso me daría consuelo.

Los dichosos raramente son duros de corazón, tienden a la compasión y dejan participar a otros de su abundancia.

-Está bien -dijo el hijo-, me alegra poder hacerte un favor con tan poco.

Ya en la siguiente esquina se encontró con una madre angustiada, vestida con harapos, acompañada de tres niños hambrientos.

-Supongo que no nos negarás a nosotros -dijo llena de odio- lo que concediste a aquél.

Y prendió una pequeña cruz sepulcral de hierro en la red.

A partir de ese momento la red se hizo cada vez más pesada. Había un sinnúmero de desdichados en la ciudad-laberinto y todos los que se encontraban con el hijo prendían cualquier cosa en la red: un zapato, una prenda de vestir o una estufa de hierro, un rosario o un animal muerto, una herramienta o hasta una puerta.

Caía la tarde y se aproximaba el final de la prueba. El hijo avanzaba penosamente paso a paso, inclinado hacia adelante como si luchase contra una gran tempestad inaudible. Su rostro estaba cubierto de sudor, pero todavía lleno de esperanza, pues creía haber comprendido en qué consistía su misión y se sentía, a pesar de todo, con las suficientes fuerzas para llevarla a cabo.

Entonces anocheció y seguía sin venir nadie para decirle que ya bastaba. Sin saber cómo había llegado con la interminable carga, que arrastraba, a la terraza de aquella casa como una torre en la que estaba la habitación azul celeste de su amada. Nunca se había percatado de que desde allí se divisaba una playa, aunque tal vez ésta no había estado nunca en aquel lugar. Profundamente preocupado, el hijo se dio cuenta de que el sol descendía detrás del horizonte brumoso.

En la playa había cuatro hombres alados como él y, aunque no podía ver al que hablaba, oyó claramente como eran absueltos. Preguntó a gritos si le habían olvidado, pero nadie le prestó atención. Tiró con manos temblorosas de la red, pero no logró quitársela de encima. Gritó una y otra vez, llamó a su padre para que viniese a ayudarle inclinándose todo lo que podía sobre la barandilla.

En la última luz del crepúsculo vio cómo allí abajo su amada, envuelta en velos negros, salía conducida por la puerta. Luego apareció, tirado por dos caballos negros, un coche negro cuyo techo era un gran retrato, el rostro lleno de dolor y desesperación de su padre. La amada subió al coche y éste se alejó hasta que desapareció en la oscuridad.

En ese instante el hijo comprendió que su misión había sido ser desobediente y que no había superado la prueba. Sintió cómo sus alas creadas en sueños se marchitaban y caían como hojas otoñales, y supo que nunca volvería a volar, que nunca podría ser otra vez feliz y que, mientras durase su vida, permanecería en el laberinto. Pues ahora formaba parte de él.


Michael Ende. En El espejo en el espejo

Friday, May 11, 2007

Hay gente demasiado increíble que me da tres vueltas... Hay gente a la que podría escuchar por siempre, gente que es lo que he querido ser, gente que hace lo que he querido hacer, gente que hace cosas impensables... Hay personas que amo por increíbles, que quiero por increíbles... hay personas que me encantan por increíbles (pero reales y cercanas...)

Wednesday, May 09, 2007

"La pausa y el tono no son el sonido de la comunicación que no se hace acto, sino
sólo deseo reprimido. Cualquier sonido, cualquier gesto, cualquier soplo, pueden ser una
plegaria con la misma categoría que la palabra. Todo tiene una significación. El propio
silencio es signo: toda ausencia lo es porque se inscribe en alguna presencia.
Que algo
se silencie y calle implica que cualquier otro algo queda sonando y así se manifiesta al
oído."

tomado de Espacios sonoros, tecnopolítica y vida cotidiana

(gracias a la mujer increíble)

Tuesday, May 08, 2007


I wannabe so punky
(but first you kiss me)

Foto original: getty images

Monday, May 07, 2007

HONEY BUNNY: Here? It's a coffee shop.

PUMPKIN: What's wrong with that? People never rob restaurants, why not? Bars, liquor stores, gas stations, you get your head blown off stickin' up one of them. Restaurants, on the other hand, you catch with their pants down. They're not expecting to get robbed, or not as expecting.

HONEY BUNNY: I bet in places like this you could cut down on the hero factor.

PUMPKIN: Correct. Just like banks, these places are insured. The managers don't give a fuck, they're just tryin' to get ya out the door before you start pluggin' diners. Waitresses, forget it, they ain't takin' a bullet for the register. Busboys, some wetback gettin' paid a dollar fifty a hour gonna really give a fuck you're stealin' from the owner. Customers are sittin' there with food in their mouths, they don't know what's goin' on. One minute they're havin' a Denver omelette, next minute somebody's stickin' a gun in their face.


PUMPKIN: Everybody be cool this is a robbery!

HONEY BUNNY: Any of you fuckin' pricks move and I'll execute every one of you motherfuckers!


Hay un lugar donde las mujeres, en vez de usar sombrero, llevan lámparas en la cabeza. Hay lámparas para todos los gustos: grandes, chicas, largas, cortas, grises, de colores, redondas, cuadradas, triangulares... Hay incluso lámparas con formas de animales, lámparas que recrean las maravillas del mundo, lámparas de metal, de plástico, de tela, de vidrio, de agua, de humo... en fin, todas las que uno pueda imaginar y muchas más.

Por supuesto en este lugar la gente no se mira nunca a los ojos y las palabras se han convertido en cosa de otros tiempos. En cambio se ha generado un nuevo lenguaje, una nueva forma de comunicación: todas las lámparas son lámparas-pantalla. Cuando un individuo desea relacionarse con otro debe conectar el cable de su lámpara para que ésta proyecte sus pensamientos en forma de imágenes mentales y las transmita al individuo receptor, que las verá en su propia lámpara-pantalla. El mayor defecto de este sistema de comunicación fenomenológico son las interferencias que muchas veces traen consecuencias indeseables...
"El aparente fracaso de los urbano ofrece una excepcional oportunidad, un
pretexto para la frivolidad Nietzcheana. Ya no somos responsables, debemos volvernos irresponsables. En un panorama de conveniencia creciente y temporalidad, el urbanismo no es ni tiene que ser la más solemne de nuestras decisiones; el urbanismo se puede aligerar, convertirse en un Gay Science -Urbanismo light-. Más que nunca, la ciudad es todo lo que tenemos. Debemos imaginar otros 1,001 conceptos de ciudad, debemos tomar riesgos demenciales, debemos atrevernos a ser totalmente acríticos, debemos tragar saliva y extender perdones a la
derecha y a la izquierda. La certeza del fracaso debe ser nuestro gas de la risa/oxígeno; la modernización nuestra más potente droga ¿Y qué si simplemente declaramos que no hay crisis, si redefinimos nuestra relación con la ciudad no como sus creadores, sino como simples sujetos, como quienes la sostienen?"

de

RemKoolhaas - ¿Qué le sucedió al urbanismo?

en http://ergosfera.org/archivo/injertables/descargas/injertables_e.pdf

Si yo soy "la de allá" no sé quién eres tu... Pero sí, fue para ti y lo copio acá:

me hubiera gustado verte
esperarte a la salida
preguntarte qué hacés piba
si venís al matine

Hola chica. Quería decir que son las 4:08 a.m. La mujer se fue hace una media hora. Qué cosa más extraña. Ahora pienso que debe tener unos treinta años, por su lenguaje y sus intereses... Digamos que le doy hasta 35, pero creo que no más.
Es casi un espejo increíble, pero es que hace tantas cosas que así cualquiera es espejo... jeje.
Me dijo cosas útiles sobre la carrera, le hice muchas, muchas preguntas... (creo que eso también lo aprendí de mi padre... me preguntaba cómo "hablaba" con tanta gente si él habla poco... el punto es que les hace muchas preguntas, los pone a hablar). Pero especialmente me gusta su parte fotógrafa y lo que alcanzo a percibir de su sensibilidad y su pasión... eso que me hace falta todo el tiempo en las clases...

La vivienda parece que ha quedado lista por ahora. Me gusta más que antes. Pero sobre todo me gusta el ejercicio de sentir los espacios, de volar por ellos, de imaginarlos y meterme dentro. No sé si es porque tengo la cabeza aun activa o por qué pero no quiero ir a dormir. Sin embargo debo abrirle a los sujetos que rompen las paredes a las 7 de la mañana, así que debería ser un poco amable conmigo y descansar un rato.

Tengo ganas de ir a las 10 a la asamblea... ¿será que realmente sí va el señor rector?

Llueve lindo a esta hora. Los árboles y los cables de luz brillan mudos de lo estáticos. Hoy sospecho sinestesias pero apenas se asoman tímidamente, nada muy fuerte.

Pienso en él, en ella, en ti y finalmente en nadie: esta soledad tan quieta no da para nadie, no puedo imaginarlos.

Me deliro un poquito. ¿Qué resultará de un casco azul, un poco de té, lluvia fresca, colbón, flores falsas y una lámpara?
Creo que puede ser una noche de luna llena en un campo de azahares (léase de naranjos...)...

Hoy recordé que me gusta escribir. Qué cosa más absurda. ¿Por qué lo olvido?, ¿por qué me olvido? A veces me extraño un poco, pero pienso también que la gente que me conoce ahora tiene más suerte que la que me conoció hace unos años cuando era un poco rara, muda hasta el hastío: hermética, untada de cocaína y vómito, de un miedo absurdo al embarazo, de idealizaciones de la muerte, de catorce años, ganas de fluoxetina y un poco de sangre en los brazos... (no te asustes).
Ahora me gusto más (creo): descarada, sola, bitch, sincera hasta la ironía, (¿tierna? jajaja), obsesiva autodiagnosticada, enamorada de Joaquín, Diana y tantos otros, amante del café, los libros y las dos de la mañana, nada.

Creo que escribo porque recordé que me gusta.

Espero que todo vaya bien en el Internado. No le hagas a nadie mucho caso y canta Regina o cuéntate una caricatura de Mafalda mientras haces lo que hace un abogado en la oficina (que no sé muy bien qué es)...

Quiérote.

Saturday, May 05, 2007


El lenguaje le retira al hombre lo que aquél, en su decir, tiene de simple y grande. Pero no por ello enmudece la exhortación inicial del lenguaje; simplemente guarda silencio. El hombre, no obstante, deja de prestar atención a este silencio.

Pero si escuchamos lo que el lenguaje dice en la palabra construir, oiremos tres cosas:

1.° Construir es propiamente habitar.

2.° El habitar es la manera como los mortales son en la tierra.

3.° El construir como habitar se despliega en el construir que cuida, es decir, que cuida el crecimiento... y en el construir que levanta edificios.

(...)

No habitamos porque hemos construido, sino que construimos y hemos construido en la medida en que habitamos, es decir, en cuanto que somos los que habitan. Pero ¿en qué consiste la esencia del habitar?

tomado de Habitar, construir, pensar. M. Heidegger (me aprece que vale la pena, qué lindo ensayo)
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