"en el espacio sucio de bocinas y lamentos de la radio, en cada hueco donde el tiempo sea un pulóver." - J. Cortázar
Las últimas semanas han estado llenas de voluntades y casualidades... Me he encontrado con la portera en un bus a las 7 y media de la mañana, he odiado los compromisos sociales, me he cansado de sonreír, he abrazado a tanta gente que no puedo recordarlo... y la palabra más dicha ha sido GRACIAS... por lo que he meditado un poco acerca de su significado y su procedencia. Además dejé plantado a un extraño sin ninguna explicación, me regalaron un perfume y hubo un lindo reencuentro que terminó en claridad y negación. Pensé un te quiero que nunca dije, ahora oigo radio y me ahogo entre besos y sonrisas.
Hoy tengo el cuello emplumado, llevo dos noches durmiendo fuera de casa, donde la soledad se mete en los rincones que yo no alcanzo a cubrir con mi presencia translúcida, tomo café y oigo jazz que me hace pensar en Edith Piaf y París de la primera mitad del siglo XX.
Una vez (o más) me dijeron que tengo un alma vieja y tal vez sea cierto. Por mis manos y los sentimientos inexplicables creo en la reencarnación. Esta tarde, una vez más, es todas las tardes: el tiempo se detiene en su movimiento rítmico y escribo dejándome invadir por el surrealismo. La ciudad se nos mea de risa, nena.
Hoy tengo el cuello emplumado, llevo dos noches durmiendo fuera de casa, donde la soledad se mete en los rincones que yo no alcanzo a cubrir con mi presencia translúcida, tomo café y oigo jazz que me hace pensar en Edith Piaf y París de la primera mitad del siglo XX.
Una vez (o más) me dijeron que tengo un alma vieja y tal vez sea cierto. Por mis manos y los sentimientos inexplicables creo en la reencarnación. Esta tarde, una vez más, es todas las tardes: el tiempo se detiene en su movimiento rítmico y escribo dejándome invadir por el surrealismo. La ciudad se nos mea de risa, nena.
La recuerdo y temo no volver a verla nunca más, aunque sé que es improbable. La ciudad francesa que imagino la contiene a ella: anacrónica, delicadamente violenta, con una boina naranja caminando de noche, en otoño, por las calles vacías; sus tobillos sobre unos tacones que se mueven al compás de su corazón... tan enamorada del amor. Creo que su piel se esfuma entre la nieve y las bocas de las mujeres francesas, escondidas en abrigos de piel, con ese gesto tan particular que les da el expresarse continuamente en su idioma sonoro, monótono, oscuro y suavemente encrespado que a veces me hastía.