"hay caprichos de amor que una dama no debe tener" - Joaquín Sabina

Hoy a la salida le di un beso mientras me miraba con fingido y doloroso desprecio que en el fondo denotaba una miserable súplica. (Doloroso al menos para mí). Sus tres mujeres reunidas por la música... música en la que él es el punto clave. Sus tres amores imposibles, o dos y una realidad...

Le di un beso porque no quería contener toda esa emoción, porque él estaba en la música, en cada canción, porque nuestro entendimiento (¿o el mío?) superaba la distancia y los cientos de espectadores... Y se lo di también porque siempre hacen conmigo lo que les viene en gana y yo callo sin rencor, perdono, rio, quiero con un cariño sincero... Era hora de hacer algo por mí, de pasar por encima del mundo y de las ridículas convenciones y, particularmente, de los caprichos de una dama de escenarios y nombre de flor... muy temperamental.

Además la vi... (a ella, la de los ojos azules, la que me recuerda Cinema Paradiso por aquella frase...). Tan mujer, tan diva, tan dama, tan lola... Convertida en toda una señora (se le nota en la cara y en los modales). Me saludó sonriente y un poco extrañada. Yo me alegré por el momento, por el contexto, por los recuerdos... pero la verdad es que me quedo con lo que tuve, con sus besos prohibidos y sus miradas cómplices cuando andaba mucho más desprevenida y sola.