Estos días pienso la mitad de mi vida en la arquitectura y la otra mitad en el teatro. Salto de la cubierta imaginada a la escalera existente; del blanco de las maquetas al rojo de los telones; de las vigas a los camerinos; del "correcto juego de volúmenes" bajo una luz improbable al movimiento de los cuerpos representantes a contraluz; de la piedra a la tela que la simula; del cartón basic a la tienda de pinturas industriales: "¿azul marino o cielo?", "mirá lo que pasa con las paredes", "traete el vestido".
Es una mezcla buenísima que tiene sólo un problemita: dormir no está permitido.
0 dosis de plutonio:
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